Martes, 14 de abril de 2009 | La Gaceta HISTORIAS | CLAVES | TENDENCIAS
MARÍA VALLEJO-NÁGERA | AUTORA DE LA NOVELA ‘MALA TIERRA’
“Somos más libres cuando
defendemos la vida y menos
si defendemos la muerte”
Santiago Mata
P
EDAGOGA y terce-
ra hija del psiquiatra
y escritor Juan Anto-
nio Vallejo-Nágera (1926-
1990), María vuelve con su
séptima obra a la senda de la
novela biográfica, con la que
cosechó su mayor éxito (Un
mensajero en la noche,
2003). Mala Tierra relata,
trascribiendo entrevistas
con sor Anne Sophie Mea-
ney, la historia de una mujer
que, sobreponiéndose a una
infancia de abusos y a un
aborto forzoso, llega a fun-
dar una institución para ayu-
dar a los más necesitados.
¿Se necesitan ejemplos ex-
traordinarios para reac-
cionar?
No es que el mundo necesite
estos casos, es que se han da-
do toda la vida. La clave de
sor Anne Sophie no son las
violaciones, no es el sufri-
miento, que es una cosa ho-
rrible, sino la capacidad de
darle la vuelta a la tortilla.
Podía haber acabado de
pandillera, robando, en la
prostitución. En vez de eso,
ella entregó a Dios todo su
dolor. Dijo: “Señor, esta es
mi vida, haz de mí lo que
quieras”. Y Dios la ha con-
vertido en una bomba de re-
lojería para dar amor a los
demás, para ayudar al mori-
bundo, al abandonado.
¿Cómo salir de la indife-
rencia ante cuestiones co-
mo el aborto?
Estamos viviendo momen-
tos muy difíciles. Quizá la
crisis más grande no sea la
económica, sino la falta de
amor a la vida. Se ha perdido
el respeto a la vida, el respe-
to a los demás. Todos los
días vemos varones que mal-
tratan a sus esposas, que las
matan, el tema del aborto es
simplemente un coletazo
más. ¿Qué está pasando? La
violencia se ha disparado de
una manera extraordinaria.
Yo creo que este tipo de tes-
timonios son importantes
porque hacen pensar. Esta
mujer ha tenido la peor in-
fancia que se puede tener.
Pero si esta persona es capaz
de ofrecer todo su dolor a
Dios y decir: “No voy a ha-
cer lo que me han hecho a
mí”, puede cambiar el mun-
do. Si hubiera utilizado para
hacer el mal esas heridas que
se le iban marcando, hubiera
sido un monstruo. Pero ha
sabido cambiarlo a través de
la fe, a través del amor a los
demás. Ahí está el fruto.
Siempre habrá quien lo
llame hipocresía...
Mi defensa de la vida es algo
que llevo muy clavado den-
tro, desde muy niña. Siem-
pre voy a estar a favor de la
vida. Igual que no entiendo
las guerras, los asesinatos.
Creo que una vida es lo más
importante que existe en la
naturaleza, y hay que defen-
derla desde el primer día
hasta que se va de forma na-
tural. Esa es la manera como
pienso y lo que defiendo en
mi escritura, independiente-
mente de mi religión. Estoy
profundamente convencida
de esta biología.
Hay quien se irrita con to-
do lo que parezca limitar
la libertad...
No, yo creo que somos mu-
cho más libres cuanto más
defendemos la vida. Cuanto
menos defendamos la vida y
más defendamos la muerte,
seremos mucho menos li-
bres.
¿Qué pasa para que quie-
nes tienen sensibilidad no
tengan principios y vice-
versa?
La sociedad del siglo XXI es-
tá enferma. Todos nos debe-
ríamos unir y pensar qué es-
tamos haciendo mal. Tene-
mos que ser muchísimo más
tolerantes con las ideas de
unos y otros, y consensuar
con el sentido común. El te-
ma del aborto, se mire como
se mire, es un crimen. Las
personas que lo defienden,
lo hacen porque no saben lo
Volvemos a que la sociedad
está enferma. Ahora hay un
dios que se llama dinero y la
gente se rige sólo por el dine-
ro y el poder, es el dios del
siglo XXI. La gente tiene
mucho miedo a pasar ham-
bre, a no llevar su hijo al me-
jor colegio. Hemos equivo-
cado los valores. La gente en
cuanto tiene un poco de di-
nero, a comprar el mejor co-
chazo. El prestigio, es el dios
que rige el mundo hoy.
Hay un tema clave que no
está bien organizado, y es la
ley de adopción. Es incom-
prensible. Tengo amigos que
llevan cinco o seis años en
lista de espera para adoptar
un niño en Madrid y al final
tienen que ir a China o la In-
dia, cuando aquí se están
matando niños. Arreglen la
ley, para que estas niñas no
maten a sus bebés, para que
estas personas que no pue-
den mantener a sus hijos se-
pan del caso de la adopción.
La protagonista de mi libro
dice que nadie le habló de
adopción. Ella, que ha sido
una mujer maltratada, viola-
da, torturada... dice que si
Dios se le apareciera hoy y le
dijera que podía cambiar
una sola cosa de su vida,
¡una!, diría: “Señor, quítame
el aborto”, porque es lo que
le ha marcado, lo que la ha
dejado rota para el resto de
su vida. Y eso que ella está
cerca de Dios, lo ha confesa-
do y está luchando, está su-
perando su propio dolor
ayudando ahora a que naz-
can niños.
La ley tiene que ser lo más
correcta posible. Es una bar-
baridad que ocurran esas co-
sas cuando no hay niños en
España.
¿La gente de la calle, cómo
puede difundir la cultura
de la vida?
Cada uno tenemos un don,
yo tengo el de la escritura.
Otros tendrán el de la orato-
ria y a lo mejor podrán expli-
car bien lo que es el aborto.
Habrá quien tenga el de en-
tender las leyes. No somos
perfectos, no tenemos todos
los dones, pero ¡que cada
uno utilice el suyo para lo
“Mi vida cambió radicalmente el 9
de mayo de 1999”, dice María Valle-
jo-Nágera en un vídeo de Youtube
sobre su viaje a Medjugorje (Herce-
govina). Movida por la curiosidad,
iba a escuchar a uno de los videntes.
“Y sin saber cómo ni por qué, necesi-
té mirar hacia el cielo. En ese mo-
mento que miré para arriba perdí la
conciencia del espacio, perdí de vis-
ta a mis amigos. Era como si el espa-
cio y el tiempo se hubieran parado. Y
en esos tres segundos noté un in-
menso amor de Dios. Noté como
que un rocío de amor me caía enci-
ma y se me clavaba con una fuerza
tremenda en el corazón. Yo nunca
me había sentido tan amada. Es cier-
to que soy una mujer muy enamora-
da de mi familia, de mi marido, pero
el amor que yo noté en el corazón
era algo que nunca en mi vida había
sentido antes. Ni siquiera sabía que
podía existir”.
❚ Tres segundos para una conversión en Medjugorje
que están defendiendo. Que
vean lo que se hace, que pon-
gan un ecógrafo en el útero a
una madre y vean cómo es-
tán matando al niño. Y luego
si quieren defenderlo, que lo
defiendan. En mi cabeza no
entra que una persona que
haya visto cómo se mata a un
niño en el útero lo defienda.
Si lo han visto y lo defien-
den, no serían seres huma-
nos. Por eso es tan peligroso
decir que las adolescentes
vayan a abortar con 16 años,
porque nunca han estado en
un quirófano ni ven lo que le
hacen al bebé.
¿A quién interesa que no
se vea?
Detrás del aborto hay un
negocio genocida y hay mu-
cha gente forrándose de di-
nero, y compensa. Es matar
a un ser vivo; a un ser hu-
mano. Si el gobierno defien-
de esto, es que no se puede
haber dado cuenta.
¿Quién invertiría en evi-
tar abortos, si se pierde
dinero?
más importante del mundo,
que es salvar vidas! Yo tengo
fe, soy católica, me importa
mucho el día de mañana,
cuando yo fallezca. De cara a
Dios, me moriría del susto al
decirle: “No he hecho todo lo
posible por salvar vidas”.
Cada persona lo puede ha-
cer desde su pequeño rin-
concito. Yo lo hago desde el
de la escritura. Una
madre de familia, que
crea que no tiene do-
nes, ni de pintura, ni
de escritura, ni de le-
yes, da igual: Puede
dar muchísimo
amor a los que tie-
ne alrededor y
hablarles de lo
importante que
es dar a luz. La
persona que me
presentó a sor An-
ne es una humilde
granjera de
EEUU. No es po-
lítica, ni economista; no
tiene carrera, pero tiene
las ideas muy claras y
está haciendo un bien
tremendo. No hace
falta hacer fuegos ar-
tificiales, cada uno
con su pequeño don
tiene que aportar ale-
gría y bienestar a la
sociedad.
Una sola persona,
como sor Anne,
¿puede cambiar el
mundo?
Sí, ella ya lo está
cambiando. Es curio-
so, porque está ciega
frente a sus frutos, pero
una persona que esté a su
lado como he estado yo, se
da cuenta de la cantidad de
vidas que giran alrededor de
sor Anne. Es impresionante
la fe que despierta en la gen-
te y la cantidad de madres
que se plantean que lo que
tienen en el vientre no es un
trozo de células muertas,
que es lo que suelen decir a
los adolescentes. Desde su
pequeño rinconcito en el sur
de Texas, ya es conocida en
todos los hospitales. La lla-
man los médicos, creyentes
y no creyentes, para que dé
consuelo a los moribundos, y
les hable del amor de Dios y
de la esperanza. La clave es-
tá en intentar hacer el bien a
pesar de todo el mal que he-
mos padecido.
María Vallejo-Nágera:
Mala Tierra.
Ciudadela Libros.
264 páginas.
17,90 euros.
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